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La situación de los enfermos mentales en Andalucía. Abril 2013
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Debemos tener en cuenta que la propia toxicomanía, al igual que
podría ser una causa de incapacitación, debe valorarse, aun sin dicha declaración,
como una incapacidad en concreto para la prestación del consentimiento para
tratamiento terapéutico por la dependencia. En tal caso, admitiendo que cohabita
con un trastorno psíquico, podría incluso podrían incluso ponerse en marcha
los mecanismos de autorización judicial para ingreso forzoso y sometimiento a
tratamiento regulado en el art. 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Al final, lo que nos encontramos es que no existen recursos o centros
para estos pacientes y, cuando existen, como nos hemos encontrado en algunas
ocasiones, estos no lo admiten debido a su conducta o por su condición de adicto.
Para concluir este apartado y reafirmarnos en lo que hemos dicho sobre
esta cuestión, hacer mención a un informe emitido por la Dirección General de
Bienestar Social y Drogodependencias hace unos años, en el que se nos venía
a decir que
“.. los Centros de Tratamiento Ambulatorio del Plan Andaluz sobre
Drogas no están diseñados para atender específicamente a estas patologías...
También, cuando se produce el alta en una Unidad de Agudos de Psiquiatría de un
drogodependiente, se le realiza el seguimiento desde los Centros de Tratamiento
Ambulatorio de la red de drogodependencias, tuviera historia clínica abierta o no
”.
12. 5. Diagnóstico final y propuestas de abordaje
La mayoría de los estudios realizados con estos pacientes vienen a
concluir que la población con trastorno por diagnóstico dual es muy heterogénea.
Existe una gran variedad de casos y posibles combinaciones, aunque la existencia
de un buen diagnóstico puede llevar, en la mayor parte de estos pacientes, a un
tratamiento eficaz. Quizás sea ésta una de las mayores dificultades que presentan
este colectivo, al no encontrar a veces los medios para ser diagnosticados, a
menos que se haga por voluntad del enfermo o con el consentimiento del tutor o
familiar responsable.
Con relación a los tratamientos de muchos pacientes, estamos ante
un sistema fragmentado de intervención que viene a situar, por sus propias
características y circunstancias ante un proceso de exclusión social que aboca
al desarraigo familiar, al abandono social, a la vulnerabilidad como un estado
de mayor debilidad de los individuos ante situaciones de contingencia, y en
definitiva de marginación. Este modelo asistencial parcelado y fragmentado
no permite actuaciones integradoras y globalizadoras sobre los pacientes con
este tipo de patología. Indudablemente, procede la creación de sistemas de