El estudio concluye que, en comparación con la crisis global de los precios de los alimentos de 2007-2008, el mundo se encuentra actualmente en una mejor situación. Contribuyen a ese dato las positivas perspectivas de la producción mundial de alimentos, los bajos precios internacionales, un mayor número de países importadores y exportadores y una mayor preparación para enfrentarse a las crisis mundiales por parte de los encargados de formular políticas.
Pese a estos avances y "aunque en el mundo hay alimentos suficientes para todos, la fuerte contracción del crecimiento económico debida a la pandemia se ha traducido en un problema de acceso, limitando la capacidad de la población de obtener alimentos suficientes o suficientemente nutritivos, sobre todo en los países que ya se veían afectados por el hambre y otras crisis incluso antes de la aparición de la COVID-19", especifican los autores del estudio.
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