La ausencia de Internet, la falta de dispositivos, los problemas de adaptación o las dificultades de los padres para ayudar a sus hijos son las principales causas por las que muchos estudiantes de la comunidad pasaron un tercer trimestre en blanco
En Andalucía, la comunidad donde se concentra el 20% de los estudiantes españoles de enseñanzas no universitarias, 90.882 alumnos se desconectaron de la tercera evaluación. Son los datos que ilustran la profunda fractura de la brecha digital, una muesca más de la desigualdad social que el confinamiento al que obligó la pandemia ha sacado a relucir en un balance del curso imprescindible para afrontar la vuelta a clase después del verano. Unas cifras que esconden realidades muy duras, como la de la abuela María y sus cuatro nietos, sin ningún dispositivo para conectarse a una red exigua; la de Daniel y su madre, sin Internet y con solo un móvil para trabajar; la de los tres hijos menores de Mirtela, recién llegados de Honduras y que han tenido que turnarse frente al único ordenador que había en la casa; o la de las hijas de Meritxel, con una tablet estropeada y sin capacidad para descargar los programas del colegio, sin impresora para hacer trabajos y sin posibilidades de interactuar con la logopeda de la más pequeña.
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