La pobreza infantil es un problema social de primera magnitud con implicaciones profunda y persistente a lo largo de la vida de los individuos. Las situaciones de privación de la infancia están fuertemente vinculadas a peores logros educativos, laborales, sociales e incluso de salud en la etapa adulta y constituye un importante determinante de la desigualdad de oportunidades vitales entra la población.
Las consecuencias de la pobreza durante las primeras etapas vitales se extienden al conjunto de la sociedad, pues tiene un elevado coste económico para los países en forma de menores niveles de empleo, pérdida de capacidad productiva y recaudatoria, mayores costes sanitarios asociados al peor estado de salud en la edad adulta de quienes han crecido en hogares en situación de pobreza, y menores niveles de movilidad económica y social.
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